Existen muchas formas de alabar a nuestro Dios, y no solo debemos pensar en cómo lo vamos a hacer, sino que tenemos que hacerlo, porque Dios es grande, y debemos alabarle dándole lo mejor.
Hay que glorificar a Dios porque Él es digno de recibir todo imperio y toda majestad, debemos alabarle por su hechos porque son grandes para con cada uno de nosotros.
Cuando miramos todo lo que nos rodea, nos asombramos al ver las maravillas que existen y que podemos disfrutar. Es por eso que en el libro de los salmos nos encontramos con capítulos que nos hablan de la grandeza de nuestro Dios, estas citas bíblicas nos instan a que adoremos y que rindamos adoración a nuestro Dios.
Alabadle por sus proezas; Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
Salmos 150:2
La grandeza de Dios es la que nos mantiene de pie, adorándolo con todo nuestro ser, porque a través de que le adoramos podemos ser fortalecidos por Él.
No adoremos a Dios porque queremos algo a cambio. Adoraremos porque Él se lo merece, porque su bondad nos alcanzó aún sin nosotros merecerla y Dios día tras día tiene misericordia de nosotros.
Dios es grande, exaltado sea su nombre por todos los siglos, Él esta cubierto en majestad, su grandeza es inescrutable y todo lo que esta con Él y debajo de Él permanecerá para siempre.
Por eso demos gloria a Él. Toda su creación rinda a el honor y gloria porque no hay nadie como Él, solo a Él debemos agradecer porque por Él estamos aquí respiramos y estamos en pie.
No hay un Dios más grande que Él, no, no lo hay, un Dios que ha hecho tantas cosas y que a veces las miramos y son imposibles de creer pero cierto.
No olvides que el creador de todas las cosas siempre será merecedor de recibir toda la adoración porque no hay un Dios, ni habrá quien lo sustituya, porque solo Él es un Dios único y verdadero.