Glorioso intercambio: el justo por los pecadores

Creo que no existe un sacrificio más maravilloso y espectacular que el de nuestro amado y Señor Jesucristo, es el sacrificio más glorioso que he escuchado, no existe amor que pueda igualar la cruz de Cristo. Él entregó su vida por pecadores, poniéndose en lugar del pecador, siendo Él justo, perfecto, sin mancha, teniendo un trono, estando a la diestra del poderoso Dios, ¿acaso necesitamos algo más que esto? Esto es glorioso y debería ser el motivo de nuestra vida cristiana. Pasaremos años y años y nunca podremos describir perfectamente su amor inagotable, nos pasaría una eternidad sin descubrir el por qué El nos ha amado tanto.

Hay algo muy importante que debemos de saber para poder entender el sacrificio de Cristo, y es que somos «pecadores» y no solo pecadores, sino que somos merecedores del infierno y la condenación, que nuestras obras son diminutas y que hemos aborrecido a Dios toda nuestra vida. Reconocer que somos pecadores y que necesitamos de un salvador, estas son las dos cosas que vamos a necesitar en toda nuestra vida cristiana. ¿Para qué un sano necesita de un doctor? ¿para qué un santo necesita de un redentor? Por lo cual, aquel gran sacrificio fue hecho para gente que entienda que es pecador y que necesita de un salvador.  Aquel sacrificio fue un intercambio, un «glorioso intercambio». El mundo estaba perdido, hundido en el pecado, más Dios sabía que nadie era lo suficientemente santo, lo suficientemente sin mancha para hacer un sacrificio perfecto y Él expresó el mayor acto de amor enviando a su hijo a morir (Juan 3:16), haciendo un intercambio: «El justo por los pecadores». ¿Quienes son los pecadores? tú y yo.

El apóstol Pedro nos da una gran descripción en su primera carta, capítulo 3, verso 16:

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

Al leer esto no puedo hacer nada más que quedar totalmente sorprendido, vea esto: Cristo padeció por los pecadores (usted y yo), el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Sí, este es el más grande misterio que jamás los hombres hayan escuchado. Oh, que cada hombre pueda ver su cruz, pueda ver los clavos, su costado, pueda ver al hijo de Dios muriendo por pecadores que no merecíamos su amor, que podamos ver esa cruz y que nos arrojemos hacia ella cada minuto de nuestras vidas. Que podamos ver al Cristo resucitado, aquel varón de dolores, aquel despreciado entre los hombres, aquel cordero inmolado, que lo podamos ver en toda su plenitud como Rey y Señor de toda la creación. En Él tenemos suficiente gozo y suficiente paz. Su sacrificio no fue solo para liberar una nación, fue para liberar todo el mundo de la maldición del pecado, solamente si clamas a Él serás salvo, Él no menosprecia a los hombres por su descripción fisica o por su intelecto, si es inteligente o no. Él es un salvador que dice una sola voz: Venid a mí «todos» los que estáis cansados y trabajados que Yo les haré descansar. Cuán glorioso es este texto: Él tiene espacio para «todos».

Glorioso intercambio: El justo por los pecadores, el perfecto por los inperfectos, el santo por los profanos. Siendo rico se hizo pobre, siendo Rey dejó su trono de esplendor y se dignó a vivir en este mundo lleno de maldición y pecado para darnos vida. ¿Acaso necesitamos algo más que esto? Escucho a tantas personas orar y clamar por un milagro, pero les aseguro que si miran a la cruz por un momento se darán cuenta que el milagro más grande que jamás el mundo haya contemplado sucedió hace más de dos mil años en la cruz del calvario: El justo por los pecadores.

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